La cuenta en el McDonald de aquí al lado,
la que me abrió al nacer mi bisabuela,
la de pagar los churros y el cortado,
y tres para el empaste de una muela.
la que me abrió al nacer mi bisabuela,
la de pagar los churros y el cortado,
y tres para el empaste de una muela.
La cuenta de un esmoquin alquilado
que llevo cuando voy de francachela,
y otras ochenta y tres de uso privado,
para trapichear con Venezuela.
¿A mí, que soy hostil a todo banco,
me acusan los discípulos de Franco?
¿A un prócer comunista? No hay derecho...
Aquí tenéis los números, fiscales:
¡Mis cómputos, con pelos y señales!
Contad si son noventa, y está hecho.