domingo, 17 de abril de 2022

UN ASUNTO DESAGRADABLE

 

Parece que, doce años después, el Constitucional va a emitir, por fin, su dictamen sobre el recurso a la Ley Aído, aportación de aquella ministra de Zapatero que afirmaba que un feto "es un ser vivo, claro: lo que no podemos hablar es de ser humano, porque eso no tiene ninguna base científica".
Una ley que permite el aborto libre durante 14 semanas, ampliables a 22, que son cinco meses y medio, en una serie de supuestos tan volátiles como la "salud psíquica de la madre". Además, permite extender el plazo en caso de "malformaciones graves e incurables", que bien pueden incluir, por ejemplo, el síndrome de Down.

No verán Vds. por la calle muchos niños con síndrome de Down. No es de extrañar. En España, cerca del 90% muere antes de nacer. 
Esto le parece bien a mucha gente. Arcadi Espada, en el artículo más aterradoramente inhumano que recuerdo haber leído nunca, se despachó a gusto contra los que "tratan de imponernos hijos tontos, enfermos y peores".

Sí. Soy provida, como las beatas que rezan a la puerta de las clínicas, (delito ahora penado con hasta un año de cárcel). También hay personas sin particulares convicciones religiosas que sienten una comezón de disgusto cuando piensan en el sobrino o el nieto que no tendrán porque será eliminado en el mismo vientre de su madre.

El consenso universal, la sentencia unívoca de todos los criaderos de opinión, dice que el aborto no sólo es legal: es un derecho. Si los que saben dicen que es bueno, bueno será... y además, progre.

Pero la comezón está ahí: algo chirría. Trocear fetos no puede ser un método anticonceptivo más. También fueron buenas la esclavitud, la pena de muerte y hasta chamuscar herejes, pero estoy seguro de que, también entonces, había personas que sentían esa comezón interior.

Recuerdo a cierto político de izquierdas de mi pueblo, hoy felizmente retirado, cuyas convicciones dizque religiosas chocaban con la ortodoxia política. Hombre de recursos, lo arregló enseguida: "yo, de ese tema, no voy a hablar".

Pues eso: un asunto desagradable. Hablemos de otra cosa.



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