lunes, 21 de febrero de 2022

ROMANCE DEL BUEN SAMARITANO


Han pasado lo menos diez  años, pero el interfecto no ha cambiado a mejor.
Tengo por ahí su réplica.  Esta semana sin falta la publico.


Por mayo, cuando las flores
de esta pobre España mía
se dispersan por los campos
con botánica alegría,
iba yo cantando coplas
-porque tengo esa manía-
de San Diógenes de Abajo
a San Serafín de Arriba,
(donde dicen que hay un busto
que lo menos es de Fidias).

Como el día estaba bueno,
iba en mangas de camisa.
Pan, cecina y vino tinto
me abultaban la mochila.
Y enfundado en su tubito,
en el bolsillo de arriba,
un señor cigarro puro,
de esos que llaman cohibas.

Al pasar junto a la torre
del convento de clarisas,
que es hoy fábrica de hojaldres,
mazapanes y torrijas,
dio el reloj las doce en punto.
Dije: -tate... Mediodia.

Me senté junto a la torre,
porque, justo al lado, había
una mesa con su banco
y un letrero que decía:
“Ministerio de Fomento.
Financiamos tonterías”.


Y sacando del macuto
el tintorro y la cecina,
procedía ya a la ingesta
de esas viandas nutritivas,
cuando, como por ensalmo,
de la nada aparecía
un monástico trapense,
-mendicante, por las pintas-

-Buenos días, reverendo.
-Tenga usted muy buenos días,

dijo el fraile, por su parte,
con extrema cortesía.

Me fijé en que, como huevos
estrellados de gallina,
le quedaron ambos ojos,
contemplando la cecina.
Dije: -¿gusta? Y al momento,
masticando lo tenía.
¡Es de ver, lo que tragaba!
¡Es de oír, lo que comía!

Media arroba de pan tierno
se zampó con la cecina,
y una sarta de chorizo,
mas un queso de tetilla,
de esos cónicos de vaca
que se estilan por Galicia.
¡Ni las migas les quedaron
a las pobres avecillas!

Yo, perplejo como estaba,
cometí la tontería
de sacar aquél habano
que llevaba en la mochila:
-Si usted gusta, lo partimos.
Y el fulano, de la misma,
con navaja de Albacete,
seccionó la tagarnina,
y se adjudicó el pedazo
más hermoso. ¡Qué codicia!

Lo prendió con un chisquero,
de esos de mecha amarilla,
y se echaba con deleite
la ceniza por encima:
-Es pena que no tengamos,
por bendecir la comida,
una botella de güisqui...
Más mejor, entodavía:
¡un gramito de farlopa!
Que, meterse una rayita
siempre es cosa que apetece,
a cualquier hora del día.


¡Nunca he visto fraile igual
ni pensaba que lo había,
desde tiempos de Berceo
y el Mester de Clerecía!

-No me ha dicho usted su nombre...
-"Fray Josepho", respondía.

7 comentarios:

  1. Como no!!! D.Fray tenía que ser, pasaran años pero su sátira y verborrea quedarán, siguen deleitándonos.
    Placer leerlo.

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    Respuestas
    1. El poema es de Monsieur de Sans-Foy.
      Veremos lo q respondió Fray Josepho .

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    2. Barbaridades.
      ¡Mañana, sin falta!

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  2. Monsieur... Vuelva a tuiter, ¡¡por su madre!!

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  3. Excelente, mi querido amigo. Un buen poema se disfruta, es un halago al oído interno, al sentido y la entonación del lenguaje.

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