Desde que era intrauterino,
Fray Josepho se crió
en mitad del Barrio Chino.
Ya le daba mucho al vino
cuando se le destetó.
El siniestro lupanar
donde el pobre echó los dientes
no fue, en cambio, mal lugar,
porque pocos delincuentes
se atrevían a asomar.
Estando su madre presa
y su padre en el loquero,
estudió lengua francesa
con una senegalesa
que antes era marinero.
Cometió el primer atraco
antes de cumplir los siete.
Un confidente polaco
que ejercía de alcahuete
le libró de entrar al mako.
Siempre estuvo en tratamiento
por su mal comportamiento.
Se metió en muchos marrones,
hasta que entró en el convento
con la pasma en los talones.
Y allí está, leyendo el Marca
o a Calderón de la Barca,
siempre de muy mal humor.
La edad le ha vuelto más carca,
pero no le ha hecho mejor.
LA RÉPLICA DE FRAY JOSEPHO:
Compadezcan a Sanfuá,
discúlpenle tanta insidia.
Mi existencia le fastidia
porque el pobrecito está
corroído por la envidia.
Bastantes problemas tiene
con su descuidada higiene,
con su enfermiza pelusa,
y con su inservible pene
que hace tiempo que no usa.
Decírselo me sonroja,
pero es tanta su congoja,
su desazón y su angustia
porque el infeliz no moja
su pobre pollita mustia.
Ya no acude al lupanar
a malgastar su fortuna.
Y es todo su malestar
por culpa de una vacuna
que no se puede quitar.
¿Y eso es lo peor? Pues no.
Lo peor es la halitosis
que en su boca floreció
desde que se inoculó
justo la segunda dosis.
Y después de la tercera,
ha pillado la omicrón
con migraña, tiritera,
faringitis, desazón,
fiebre alta y cagalera.
Por eso, si no se infarta
(de lo cual ya tiene pinta)
está loco por la cuarta
y, tras la cuarta, si encarta
(y sobrevive), la quinta.
discúlpenle tanta insidia.
Mi existencia le fastidia
porque el pobrecito está
corroído por la envidia.
Bastantes problemas tiene
con su descuidada higiene,
con su enfermiza pelusa,
y con su inservible pene
que hace tiempo que no usa.
Decírselo me sonroja,
pero es tanta su congoja,
su desazón y su angustia
porque el infeliz no moja
su pobre pollita mustia.
Ya no acude al lupanar
a malgastar su fortuna.
Y es todo su malestar
por culpa de una vacuna
que no se puede quitar.
¿Y eso es lo peor? Pues no.
Lo peor es la halitosis
que en su boca floreció
desde que se inoculó
justo la segunda dosis.
Y después de la tercera,
ha pillado la omicrón
con migraña, tiritera,
faringitis, desazón,
fiebre alta y cagalera.
Por eso, si no se infarta
(de lo cual ya tiene pinta)
está loco por la cuarta
y, tras la cuarta, si encarta
(y sobrevive), la quinta.
Excusar a D. Fray es de justicia entonces Monsieur.
ResponderEliminarMonje guerrero que nos recuerda todos los días como la parte (cuerda) nos vende humo.
El monje guarrete.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarMonsieur, me desanima y me desespera que siga usted empecinado en no querer esquivar la injusta censura de los izquierdosos de Twitter.
ResponderEliminarÁbrase otra cuenta, porque he disfrutado mucho leyendo esta entrada, pero en directo es mil veces mejor.
¡Vuelva!
Si te echan de una casa de putas, no vuelves. Que les den por retambufa.
ResponderEliminarPor aquí se puede golfer más Monsieur...
EliminarAbra una, usted mejor que nadie sabe como funciona.
EliminarSuerte q son amigos si no....
EliminarPero, ¿y lo que nos reímos? Venga, no se haga de rogar, le esperamos.
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