me importáis entre un bledo y un comino.
¿Lo queréis en romance paladino?
Lo que piense la peña me la suda.
Soy la bestia maléfica y peluda
con el cutis de falso pergamino.
Soy el cáncer más pútrido y dañino,
y además me reencarno, como Buda.
¿No me quiere la gente? Me la pela.
Yo tampoco os profeso gran estima,
pero os tengo debajo de la suela.
Y, aunque ya no me quiere ni mi abuela,
sigo aquí, masturbándome en la cima,
con la cara picada de viruela.
Ya no tiene marcas en la cara. Ni él ni Begoña. Los milagros de los ricos
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